Atados por el encanto y el deseo

Capítulo 1

En una fresca noche de verano, un relámpago plateado atravesó el cielo, seguido de un estruendoso trueno. Al cabo de unos instantes, un aguacero torrencial cubrió el desolado páramo con un aire premonitorio.

En medio de este caos, cuatro hombres fornidos se apiñaban en una caverna conocida como la Cueva de los Ecos, compartiendo bromas para animar el ambiente a pesar de la incesante lluvia del exterior. Sus risas resonaban en las paredes de la caverna, creando una sensación de camaradería en medio de la tormenta.

El líder del grupo se dirigió a uno de los hombres: "Eh, Sir Alistair, ¿por qué no vas a ver cómo está Lady Seraphina? Ya sabes, ¿la famosa criminal? Si la perdemos, podríamos despedirnos de nuestras vidas".

Sir Alistair puso los ojos en blanco, incapaz de reprimir su disgusto. ¿Por qué siempre era él? Había otros tres guardias de la ciudad de igual rango, y aquí estaba él, siendo señalado. Había estado a punto de compartir una historia divertida sobre sus escapadas con su señora.

Aunque se le erizó la piel de resentimiento, se las arregló para decir con desgana: "Vale, iré...", hizo un mohín mientras miraba a sus alegres compañeros, que seguían riéndose entre dientes, felizmente inconscientes.

Cuando llegó a la entrada de la cueva, se dio cuenta de que las lluvias torrenciales por fin habían cesado. Se asomó y vio a Lady Seraphina tirada en el suelo, inmóvil.

De repente, ocurrió algo extraño.

Sir Alistair abrió los ojos horrorizado y gritó: "¡Socorro! ¡Algo va mal! Dios mío, ¡que alguien me salve!

Los otros tres guardias se levantaron de un salto al oír su voz de pánico y salieron corriendo al exterior, donde se encontraron con un espectáculo asombroso.

Se quedaron paralizados mientras la mujer que estaba en el suelo empezaba a encogerse, reduciendo su tamaño hasta no ser más grande que un gato doméstico. Los grilletes de hierro que la ataban se desprendieron y su forma se transformó: sus manos se transformaron en patas peludas y su rostro se contorsionó en un hocico afilado. El espectáculo era desconcertante, surrealista y horrible.

Ante sus propios ojos, lo que antes había sido una mujer grotesca se transformó instantáneamente en una criatura impresionante y prístina. Un espeluznante monstruo blanco se erguía donde ella había estado, con el cuerpo del tamaño de un gato doméstico pero con una inconfundible esencia mágica. Una larga y esponjosa cola se balanceaba detrás de él, sorprendentemente limpia en contraste con el suelo embarrado del páramo empapado por la lluvia. El contraste era sobrenatural e inquietante bajo el cielo de medianoche.

Esta criatura tenía un parecido asombroso con un mítico zorro de nueve colas; sin embargo, sólo tenía una cola.

Incrédulos, los cuatro hombres se quedaron inmóviles, con la mente agitada por el miedo y la confusión, totalmente incapaces de hablar.

Entonces, uno de ellos rompió el silencio. Al reflexionar sobre el día que habían pasado escoltando a Lady Seraphina, recordaron las despiadadas palizas que le habían infligido. Si ahora era un monstruo, ¿qué le impediría vengarse? La idea le produjo escalofríos. ¿Perecerían de alguna manera de pesadilla?

Sin pensarlo más, cayó de rodillas e imploró clemencia, llorando mientras suplicaba: "¡Oh gran espíritu, ten piedad! Juro que nunca volveré a maltratar a otra prisionera".
Al ver a su camarada tan desesperado, los otros tres no tardaron en seguir su ejemplo, tirándose al suelo y gritando en frenéticas peticiones de perdón.

Sin embargo, la criatura permaneció en silencio, con la mirada fija al frente, sin responder.

Al darse cuenta de la gravedad de su situación, los cuatro intercambiaron miradas aterrorizadas, llegando aparentemente a un acuerdo tácito. Presas del pánico, se internaron de nuevo en el bosque, huyendo despreocupadamente de la escena.

Sólo quedó ella.

No, ahora era ella.

Capítulo 2

Jasper Waverly recuperó por fin algo de conciencia y sintió como si todo su cuerpo estuviera en llamas, tan dolorido que no pudo reunir fuerzas para abrir los ojos.

En su confuso estado, se esforzaba por recordar lo que había sucedido antes de perder el conocimiento. La última imagen que le vino a la mente fue la de una cita a ciegas para su amiga Eleanor Newsom, en la que había gastado descuidadamente parte del dinero de su cita, acumulando cargos en varias de sus tarjetas. Incluso habían ido de excursión a bordo del Yate del Horizonte. Fue allí, en el borde del barco, donde Lady Isolde se había desnudado delante de ella, exigiendo a cambio una "recompensa" corporal. Cuando Jasper se negó, se produjo un forcejeo y ambos se precipitaron al Abismo de las Profundidades Marinas.

Ahora, aunque Jasper aún no podía abrir los ojos, la intensidad del dolor en todo su cuerpo era inconfundible, junto con una profunda sensación de malestar.

De repente, un rayo de esperanza la invadió. ¿Podría ser... que aún estuviera viva?

Sí. Recordaba haber oído que mientras alguien sintiera dolor, especialmente un dolor agudo, significaba que no estaba muerto y que, definitivamente, no estaba soñando.

Pero pronto, la confusión se apoderó de ella. ¿Por qué sólo ella, la que cayó al agua, sentía un dolor tan atroz?

Mientras yacía allí, aturdida y despistada, un pensamiento absurdo cruzó la mente de Jasper:

¿Podría ser... que Lady Isolda la hubiera violado mientras estaba inconsciente?

Por Dios. Si eso fuera cierto, ella se aseguraría de que nunca volviera a caminar.

Luchando contra el dolor y la pesadez de sus párpados, Jasper se obligó a abrir los ojos. Para su sorpresa, lo primero que vio fue una figura imponente y musculosa: Wolfgar.

Jasper Waverly se dio cuenta de que despertarse y encontrarse a un hombre desnudo a su lado no era lo peor. No. Lo verdaderamente aterrador era...

Un enorme lobo gris, lamiéndose activamente sus propias heridas, estaba de pie junto a ella.

En ese momento, mientras el gran lobo se alzaba sobre ella, su lengua áspera y cálida comenzó a prodigarle en la mejilla un afecto indeseado y baboso.

Jasper parpadeó rápidamente, luchando por comprender la extraña escena que tenía ante ella, pero el lobo, con sus ojos de un tenue brillo verde, se limitó a mirarla con curiosidad, sin dar señales de retroceder.

A lo largo de este extraño encuentro, el Direwolf continuó lamiéndola con entusiasmo, sin mostrar intención de detenerse.

El poco profundo charco de agua que había a su lado reflejaba la luz del sol, haciendo que los ojos verdes del lobo brillaran de forma poco natural, aumentando su inquietante resplandor.

En un instante, se quedó paralizada.

La lengua húmeda y áspera le rozó repetidamente la cara, dejando rastros pegajosos.

La visión era totalmente horrible.

Finalmente, la sensación de ser "besada" por el lobo devolvió a Jasper a la realidad. Ahora comprendía su situación: era una presa atrapada en las fauces de un lobo huargo, y lo más aterrador era que seguía con vida.

Era como morder una manzana y descubrir dentro un gusano medio descompuesto: ella era ese gusano.
"Ah~ El grito agudo de Jasper rompió el inquietante silencio del desierto desolado.

No pudo contener más su pavor y soltó un grito que helaba la sangre.

El enorme lobo, sin embargo, parecía imperturbable ante su aterrorizado chillido, totalmente absorto en su "comida".

Incapaz de soportar tan infernal tormento, Jasper continuó gritando hasta sentir la garganta en carne viva.

El enorme lobo, que parecía haber llegado al límite con los incesantes gritos de Jasper, finalmente dejó de lamer, levantó la cabeza y se dio la vuelta, alejándose unos metros.

En un instante, Jasper se sintió aliviado.

Sabía que para un lobo abandonar a su presa era como si le tocara la lotería.

Sin embargo, para su asombro, el lobo se alejó unos metros y se sentó justo enfrente de ella, mirándola atentamente.

Jasper dejó de gritar y miró desafiante al lobo huargo, con una mirada feroz que prometía una venganza que no podía ejecutar. En su mente, lo regañó furiosamente: Maldita bestia. ¿Cómo te atreves a considerarme comida con esta carne tan tierna? Debes estar cansado de vivir.

En ese momento, oyó claramente al lobo pronunciar una sola palabra.

"Chatarra". El tono de Wolfgar estaba impregnado de desdén.

Capítulo 3

Jasper Waverly sintió surgir en su interior una oleada de ira, un torrente de indignación y confusión que casi le dieron ganas de gritar. Justo cuando intentaba procesar lo absurdo de la situación, el lobo huargo que tenía delante volvió a hablar, con un tono cargado de desdén. ¡Patético! ¡Totalmente patético! Simplemente patético".

En ese momento, Jasper se congeló y su presión arterial subió peligrosamente. Pensó: "Si me da un ataque ahora mismo, estoy perdido".

Realmente deseaba desmayarse, pero sabía que no podía. Si se desmayaba, sólo serviría de festín para este Direwolf.

Jasper Waverly era el tipo de persona que prefería hacerse añicos antes que rendirse fácilmente, ¡determinada a luchar hasta el final!

Clavó los ojos en el lobo huargo que tenía delante y se dio cuenta de que la criatura no parecía tener intención de devorarla. Por el contrario, parecía como si se burlara de ella, como si pudiera ver a través de ella, lleno de burla.

Princesa tonta", se burló el lobo huargo, "¡eres la princesa más tonta, ridícula y desvergonzada de todo el reino de Aurelia! Te estoy curando, ¿y me gritas? Si no fuera porque mi mujer, Merla la Encantadora, te ha convertido en la criatura más fea que existe y ha provocado este desastre, no perdería el tiempo contigo".

Tras esa proclama, el Direwolf se levantó y se acercó a ella, con la lengua fuera, dispuesto a lamerle la cara una vez más.

Aterrorizada, Jasper levantó instintivamente las manos para protegerse, pero en medio de su pánico, captó un inesperado hilo de información: ¿Princesa? ¿Reino de Aurelia? ¿Merla la Encantadora? ¿Qué demonios está ocurriendo?

Espera, ¿qué princesa? ¿Qué Reino de Aurelia? ¡Aclárate! Soy una china de verdad, vivo en China", exclamó, conmocionada.

El Direwolf, sin embargo, ignoró sus preguntas y continuó inclinándose hacia ella, con la lengua dirigiéndose a su brazo.

La mirada de Jasper se posó en sus propias manos cuando el lobo llevó allí su atención. En un instante, su expresión cambió a una de asombro.

Lo que vio fue increíble. Sus manos habían cambiado. Aunque siempre habían sido bonitas, no se parecían en nada a las que tenía delante. Estas manos eran notablemente más pequeñas, más suaves y parecían varios años más jóvenes de lo que realmente eran.

Pero lo que más le impactó fueron las marcas de látigo rojo sangre que cruzaban sus delicados brazos, algunas incluso lo bastante profundas como para revelar coágulos de sangre seca y cicatrices de todos los tamaños; la visión era espeluznante.

Un escalofrío recorrió su espina dorsal. ¿Quién podría haber infligido tal crueldad a esta chica?

Jasper recordó el momento en que había caído al océano y miró a su alrededor: Picos Salvajes, un paisaje parecido a las afueras de un bosque primitivo, con montañas por todas partes. No había océano, ni yate, ni siquiera la lujosa villa de lady Isolda.

Se dio cuenta de que había cruzado a otro mundo.

Mientras Jasper reflexionaba sobre la naturaleza de su transformación, el espectáculo que tenía ante sí volvió a sacudirla.
En este extraño mundo, se produjo la escena más asombrosa: ¡sus heridas, antes monstruosas, desaparecieron en un instante! El dolor se disipó, y la piel donde el lobo huargo la había lamido pasó de ser áspera y con cicatrices a ser suave y tersa, ¡como si nunca hubiera sufrido daño alguno!

Capítulo 4

Jasper Waverly estaba tan desconcertada que no podía pronunciar una sola palabra, y mucho menos detener los torpes "besos" del Direwolf. Aprovechándose de su conmoción, el Direwolf comenzó a lamer cada herida de su espalda con ansiosa persistencia.

Mientras la Direwolf atendía sus heridas, Jasper se encontró sumida en la confusión, reflexionando una y otra vez: ¿Había renacido de verdad? ¿Renacida como la princesa menos atractiva o, tal vez, como una noble de otro reino?

Aturdida, levantó la mirada y observó detenidamente su entorno.

Se encontraba en un paisaje salvaje que irradiaba un encanto ancestral, con colinas ondulantes en todas direcciones. Varios árboles de hoja ancha crecían en las laderas y, a través del follaje desparejado, podía ver las nubes lejanas y el cielo azul, excepcionalmente vibrante y claro.

Jasper reconoció las formas frondosas de los árboles, lo que le permitió deducir que aquel lugar debía pertenecer a una región de clima cálido y meridional.

Mirando su cuerpo renacido, calculó que su edad rondaba los quince o dieciséis años. Vestida con un conjunto de ropas toscas y andrajosas manchadas de sangre, era la viva imagen del desaliño. En ese momento, se quedó muda de nuevo: en su pecho había un gran carácter que significaba "Prisionera".

Ropa de prisión.

¿Realmente se había transformado en el cuerpo de una prisionera que se desmayó después de escapar a través de este desierto desolado?

En ese momento, la confusión volvió a envolverla. Quería preguntar a los cielos: ¿por qué otras cruzaban para convertirse en reinas o concubinas o, como mínimo, en esposas de grandes propietarios que vivían opulentamente sin preocupaciones? ¿Por qué ella, al cruzar, acababa en los harapos de una prisionera aborrecida por todos?

¿Fue porque en su vida pasada había sufrido demasiadas desgracias?

De ser así, sintió un impulso irrefrenable de poner el grito en el cielo: Oh cielos, ¡cámbiame de nuevo! Juro que no volveré a tener mala suerte.

Jasper había sido una niña rural en su vida anterior. Cuando era pequeña, oía a los adultos hablar de cómo algunas personas tenían muy mala suerte y, sin embargo, conseguían ascensos y riquezas. Por aquel entonces, ella esperaba ascender algún día en estatus y fortuna, por lo que no prestó mucha atención y, sin darse cuenta, cayó en desgracia.

En ese momento, lamentó su racha de mala suerte.

Perdida en sus remordimientos, de repente sintió los "besos" de Direwolf invadiendo su cara. Instintivamente, levantó su pequeña mano para apartarlo.

Pero ante la pequeña resistencia de Jasper, el Direwolf se limitó a mirarla con fiereza, haciendo que se calmara al instante. Entrecerrando los ojos, hizo un mohín con los labios, mostrando una valiente fachada de abnegación.

Retrocedió con cautela mientras permitía ansiosamente que el lobo huargo la lamiera. Sabía que la estaba ayudando a curarse, pero la sensación de una lengua húmeda y viscosa sobre su piel era inquietante.

Jasper aguantó lo que pareció una eternidad, como si hubiera pasado un siglo, antes de que el lobo huargo curara por fin sus heridas. Retiró la lengua y se lamió los labios, como si estuviera saboreando su esencia.
Entonces el lobo huargo volvió a hablar, con un tono lleno de alivio. Dejó escapar un largo suspiro antes de decir: "Muy bien. Las heridas de la espalda y las manos están curadas. Sin embargo, las cicatrices de tu cara tardarán uno o dos días en curarse, ya que las de tus brazos y espalda son de golpes humanos, mientras que la de tu cara es una maldición de una bestia. Mi fuerza actual no puede curarte completamente de una vez. Volveré mañana para curar tus heridas".

Con eso, el lobo huargo giró su largo cuerpo, levantó la cabeza con orgullo y agitó su esponjosa cola en señal de superioridad antes de alejarse trotando.

Capítulo 5

En un mundo nuevo y extraño, Jasper Waverly sintió el impulso desesperado de llamar al hombre que había visto, en busca de respuestas sobre su paradero. Sin embargo, justo cuando se armó de valor para gritar, volvió a ocurrir algo inexplicable.

Direwolf se desvaneció en el aire, como si se hubiera transformado de un ser tangible en un efímero susurro en el viento. No había señales de advertencia, ni rastro de humo, nada.

Tardó un largo rato en recobrar el sentido y se encontró desplomada en el suelo, totalmente desorientada.

Con una mezcla de frustración y desesperación, Jasper clamó al cielo: "Dios, por favor, dime qué clase de mundo extraño es éste y quién soy yo".

Por fin, desató el torrente de confusión que había estado inundando su corazón.

Tras la repentina partida de Direwolf, Jasper vagó sin rumbo por un sendero de montaña, escudriñando a su alrededor mientras buscaba un escape de este desierto desolado y desconocido. Trató desesperadamente de reconstruir los extraños sucesos que se habían desarrollado en esta nueva realidad: primero, se encontró con un lobo parlante; luego, una Doncella Lobo la había besado para curar sus heridas de latigazos, sólo para que la Doncella Lobo mencionara a una princesa -la hija de Lord Cedric Fortune- antes de simplemente desvanecerse en el aire.

Se dio cuenta de que se encontraba en un reino lleno de entidades sobrenaturales. Si no se trataba de una realidad alternativa, entonces tenía que contener seres de naturaleza sobrenatural, como -quizá- criaturas mágicas.

Si ese era el caso, ¿qué era ella exactamente en este renacimiento? ¿Era humana o algún otro ser? Esta pregunta carcomía la mente de Jasper.

En ese momento, mientras estaba sumida en sus pensamientos, oyó unos pasos que se acercaban a lo lejos. Con un miedo natural a lo desconocido, instintivamente miró hacia arriba, en alerta máxima ante cualquier ataque repentino de una bestia salvaje.

Para su sorpresa, lo que vio no era una criatura temible, sino una mujer vestida con un traje de novia rojo vibrante, corriendo hacia ella, sin aliento.

¿Podría tratarse de un fantasma vengativo vestido de rojo? Esta idea le rondaba nerviosa por la cabeza.

En este extraño mundo nuevo, Jasper había empezado a desarrollar una especie de visión de túnel; al ver algo nuevo, inmediatamente sacaba conclusiones sobre fantasmas y espíritus. Y teniendo en cuenta la existencia de la Doncella Lobo y Merla la Encantadora, la aparición de otra entidad sobrenatural no sería tan inesperada.

Sin embargo, Jasper descartó rápidamente esta idea.

Aunque la mujer de rojo tenía un aspecto llamativo, el sentido común le decía que los fantasmas no respiraban, y la mujer que tenía delante jadeaba y se movía con energía. Estaba claro: la mujer estaba muy viva.

Con un suspiro de alivio, Jasper se acercó a la mujer, deseosa de preguntarle por la naturaleza de aquel extraño mundo.

Esta mujer era la primera persona que Jasper encontraba en este reino desconocido, como un salvavidas para una persona que se ahoga. Desesperada por sobrevivir, tenía que aprovechar esta oportunidad.

La novia se giró al oír la voz de Jasper, mirando instintivamente hacia atrás con precaución. Al ver a Jasper, lanzó un grito de sorpresa que resonó en las montañas.
Después de un momento para serenarse, la joven novia se tapó la boca con la mano, mostrándose terriblemente nauseabunda. Con la otra mano, temblorosa y señalando la cara de Jasper, exclamó angustiada: "¡Tú... tú... eres tan feo!".

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